¿Cómo puedes saber si tu historia
gustará?
Interesante pregunta…
Hagamos un pequeño ejercicio de
imaginación.
Supongamos que me haces caso.
Supongamos que, en lugar de empezar a
escribir sin ninguna planificación, te esfuerzas primero en diseñar tus
personajes y tu trama (o su equivalente, si estás escribiendo un
artículo o un ensayo).
Supongamos también que, una vez
tienes esto claro, en lugar de lanzarte a escribir la versión completa de tu
historia, abordas el redactado paso a paso, escribiendo en “copo de nieve”.
Siendo así, es probable que en pocas
semanas (si estás trabajando en un texto breve) o en pocos meses (si vas a
escribir una novela o un texto extenso) consigas terminar un borrador de la
obra que siempre quisiste escribir.
Hasta aquí todo bien.
Imagina ahora que, una vez terminado
el borrador, lo imprimes y lo das a un amigo o amiga de confianza para que
lo lea.
Unas semanas más tarde, le invitas a
tu casa para que te dé su opinión.
Después de un poco de charla
preliminar, tú, con más miedo que un adolescente en su primera cita, le
preguntas qué le ha parecido.
—Está bien— responde.
Un silencio incómodo sigue.
No le ha gustado.
Tu amigo (o amiga), que es una
persona sensible, entiende la situación e intenta suavizar el golpe.
—Es decir… es una historia
interesante… creo que sería aún mejor si fuera el protagonista quién la
contara… en primera persona, ya sabes...
Pero tú ya no escuchas.
Haces que sí con la cabeza y te oyes
a ti mismo dándole las gracias.
¿Todo habrá sido en vano?
Al cabo de un rato os despedís y tú
te quedas solo con tu decepción.
Te tumbas en el sofá y enciendes la
tele.
Pero cuando ya te disponías a pasar
el resto de la tarde lamiéndote las heridas, una idea cristaliza de golpe en tu
mente.
De repente lo ves claro.
Tu amigo tiene razón.
El narrador perfecto para tu historia
es el protagonista.
No entiendes cómo pudo pasarte por
alto, pero ahora no tienes la menor duda.
Los ojos del protagonista son la
perspectiva que tu texto necesita.
Imaginas tu historia contada desde
este ángulo y te das cuenta de lo buena que sería.
Muchísimo mejor que la actual, de eso
no cabe duda.
Pero no te alegras.
No te alegras en absoluto.
¿Por qué?
Porque para cambiar el narrador de tu
historia tendrías que reescribir tu borrador entero.
Tendrías que revisarlo frase a
frase y habría muchos párrafos (e incluso muchas escenas) que deberías
reescribir des de cero.
Con tristeza, miras el montón de
hojas que tu amigo ha dejado abandonado en la mesa del comedor y piensas en
todas las horas que costó escribirlo.
Horas robadas al sueño, a tus
aficiones, a tu familia.
Y entonces te entran ganas de llorar.
La crítica es clave, pero la crítica convencional es casi inútil.
La crítica es mágica: te ayuda a
detectar errores, te sirve de guía para corregirlos, y —al mezclar tus ideas
con las de otras personas— fertiliza y revitaliza tu creatividad.
El problema con la crítica
estándar, la que se da a un borrador casi definitivo, es que llega muy tarde,
cuando cualquier cambio requerirá tirar mucho trabajo.
Mejor sería recibir
crítica antes de acabar tu borrador.
¿Y qué sería mejor aún?
Recibirla antes de
empezar tu borrador.
¿Imposible?
Es cierto que si lo único puedes
compartir es un borrador caótico e inconcluso, encontrar a alguien dispuesto a
leerlo (y capaz de comprenderlo) será poco menos que imposible.
Pero tú no tienes este problema.
Porque tu escribes en "copo
de nieve".
Cada una de las versiones
intermedias que has escrito es un resumen de tu obra que puede leerse (en muy
poco tiempo) y puede comprenderse.
Esas versiones preliminares son,
en realidad, "prototipos" de tu historia.
Prototipos que podrás (y deberás)
compartir con familiares y amigos para que te den crítica a medida que tu
historia crezca.
Esto te permitirá confirmar que
vas por buen camino y, si fuera necesario, te permitirá corregir el rumbo con
muy poco esfuerzo.
Este tipo de crítica (que
bautizaremos como "Crítica continua") es el último y más valioso
pilar de nuestro método de escritura.
Cómo ves, se trata de una
estrategia muy simple y muy fácil de aplicar.
Pero déjame advertirte de algo.
A menudo, cuando empezamos a
construir una historia, nos enamoramos de ella y nos parece obvio que nuestro
planteamiento es interesante y original.
Y decidimos que, en este caso
concreto, no es necesario buscar crítica...
¿La realidad?
Probablemente tu proyecto no sea
ni tan original, ni tan interesante.
No todavía.
Y si —por vergüenza o por miedo a
descubrir que tu planteamiento no es tan bueno cómo creías— sigues adelante con
tu trabajo sin compartirlo, seguirás trabajando dentro de tu burbuja, ciego a
las debilidades que toda obra tiene y no será hasta el final, cuando ya tengas
todo tu texto escrito, que te enfrentarás, de golpe, con la cruda realidad.
Pero las cosas pueden ser de otra
manera.
Si compartes tu historia pronto y
te ves obligado a aceptar sus debilidades, tendrás la oportunidad de
corregirlas y acabarás creando algo mucho mejor.
Algo que sea digno de ser leído y
que haga justicia a las ideas que quieres compartir.
Si de verdad te importa lo que
quieres contar, no dudes: busca crítica tan pronto como puedas.
Escribir bien seguirá siendo
difícil, pero será posible.
Con la "crítica
continua" hemos completado nuestro método de escritura, de modo que aquí
termina el curso propiamente dicho.
Pero aún tenemos mucho de qué
hablar.
Mañana te explicaré el recurso
dramático del que te hablé hace un par de días.
El que hace que te enganches a tus
series favoritas y consigue que continúes por aquí.