curso de escritura 8

"En teoría, no hay diferencia entre la teoría y la práctica. En la práctica, la hay."
 
Esta cita, de autor incierto, captura la esencia de cualquier actividad creativa.
 
Puedes conocer toda la teoría del mundo, pero hasta que no hundas tus manos en el barro no tendrás ni idea de lo que se siente "desde el otro lado", el lado del creador.
 
Hay muchas formas de pasar a la práctica.
 
Puedes empezar a escribir, sin más.
 
Pero esto no suele ser suficiente.
 
Lo ideal es complementar la escritura libre con ejercicios más específicos, que te permitan trabajar aspectos concretos del oficio del escritor (diseño de personajes y de tramas, elección del tono y la voz narrativa, uso de distintos tipos de narradores y tiempos verbales…).
 
Veamos un ejemplo.
 
Supongamos que vas a escribir una obra de ficción.
 
A la hora de diseñar tus personajes, puedes limitarte a pensar un poco en ellos, pero lo más probable es que esto dé como resultado personajes poco definidos y poco interesantes. 
 
Una sentencia de muerte para cualquier historia…
 
Un buen ejercicio para profundizar en la psicología de tus personajes consiste en responder a un cuestionario que te obligue a reflexionar sobre todas las facetas de su vida.
 
Existen muchos cuestionarios distintos que te ayudarán a ello (e incluso puedes diseñar uno propio), pero te propongo utilizar uno que fue creado por el mismísimo Marcel Proust.
 
Aquí lo tienes:

Cuestionario Proust Simula que realizas una entrevista con tu personaje y anota en cada pregunta la respuesta que él o ella daría. 
1. ¿Principal rasgo de su carácter? 
2. ¿Qué cualidad aprecia más en un hombre? 
3. ¿Y en una mujer?
 4. ¿Qué espera de sus amigos?
 5. ¿Su principal defecto?
 6. ¿Su ocupación favorita?
 7. ¿Su ideal de felicidad? 
8. ¿Cuál sería su mayor desgracia? 
9. ¿Qué le gustaría ser? 
10. ¿En qué país desearía vivir? 
11. ¿Su color favorito? 
12. ¿La flor que más le gusta? 
13. ¿El pájaro que prefiere? 
14. ¿Sus autores favoritos en prosa? 
15. ¿Sus poetas? 
16. ¿Un héroe de ficción? 
17. ¿Una heroína? 
18. ¿Su compositor favorito? 
19. ¿Su pintor preferido? 
20. ¿Su héroe de la vida real? 
21. ¿Su nombre favorito? 
22. ¿Qué hábito ajeno no soporta? 
23. ¿Qué es lo que más detesta? 
24. ¿Qué es lo que más valora en sus amigos? 
25. ¿Qué don de la naturaleza desearía poseer? 
26. ¿Cómo le gustaría morir? 
27. ¿Cuál es el estado más típico de su ánimo? 
28. ¿Qué defectos le inspiran más indulgencia? 
29. ¿Tiene un lema?
 
Pero ten cuidado. 
 
Este ejercicio es más difícil de lo que parece.
 
La primera recomendación es que le dediques tiempo.

Una hora cómo mínimo absoluto.
 
Si respondes a cada pregunta con un par de palabras, como el niño al que obligan a hacer los deberes, no descubrirás nada relevante sobre tu personaje.
 
La segunda recomendación es que no respondas al cuestionario “en nombre de” tu personaje.
 
Me explico.
 
Utiliza el cuestionario a modo de guion para una entrevista imaginaria entre tú (en el rol de entrevistador) y tu personaje.
 
Habla con él y deja que responda libremente. 
 
Hazle preguntas complementarias si tu olfato te lo sugiere.
 
Y, a medida que avances, plasma en el papel la transcripción de esa entrevista.
 
Esto te ayudará a conocer a tu personaje de un modo mucho más profundo y te permitirá experimentar con su forma de hablar (algo esencial para los diálogos).
 
Incluso puedes ficcionar totalmente la entrevista y escribir una escena en la que uno de tus personajes entreviste a otro.
 
Esto es justamente lo que hizo Laura Jardí.

En su caso, el personaje entrevistado era Adela (una mujer ya mayor y un tanto excéntrica) y el personaje entrevistador era su hija (una mujer de mediana edad con un marcado sentido práctico).
 
Aquí tienes un fragmento de dicha entrevista:
 
—Mamá, ¿cuál es tu ideal de felicidad? —pregunta Laura levantando la voz.
—La felicidá, a, a, a, aaa, me la dio tu amo, o, o, o, ooor, la felicida, a, a, a, aaa…
—Mira que tiene años esta canción —comenta Laura— Y, dime, ¿cuál sería tu mayor desgracia?
—La mayor desgracia es hacerse mayor —contesta Adela— pero tú siempre serás joven, no como yo.
—Mamá tú estás muy bien.
Adela ahora camina más recta y sonríe.
—Eso es porque no me relaciono con viejos, que eso se pega.
 
Una maravilla, porque bajo ese humor barato vemos ya claramente a una mujer atormentada por la vejez.
 
De todos modos, lo que importará no será tanto lo que escribas en este ejercicio, sino lo que descubras sobre tu personaje mientras lo hagas.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

cumple años

Estoy seguro que hace mucho tiempo, hace muchas reencarnaciones; yo me llamaba Adán y seguramente tú te llamabas Eva. Lo sé porque cuando t...